La mandarina es una fruta de estación cuya temporada de recolección depende del clima de cada región y la variedad que se trate. Generalmente comienza cuando llega al punto justo de maduración, lo cual suele darse entre octubre y febrero. El resto del año, las mandarinas que solemos encontrar en los supermercados suelen provenir de otros países o se trata de frutas que fueron conservadas en cámaras de frío y tratadas, en muchos casos, con químicos.
En los campos de mandarinas flor azar es posible encontrar dos tipos de mandarinas, las Clemenvillas y las Clementinas. Se trata de dos variedades que se caracterizan por su sabor dulce y por ser jugosas. De todos modos, ambas pueden ser diferenciadas por su gusto y por ciertos detalles específicos inherentes a cada variedad. Así, por ejemplo, las Clementinas pueden distinguirse por su piel gruesa, que permiten ser peladas con facilidad. En tanto que las Clemenvillas se destacan por la intensidad de su sabor y su piel más fina.
La intención de los productores es ofrecer un producto fresco, que haya sido manualmente recolectado en función a los pedidos que se les realizan. Lejos de los condicionamientos impuestos por la abultada demanda comercial, la cadena de distribución y de frío.
Al comprar mandarinas de manera directa al agricultor, estamos adquiriendo una fruta que ha madurado al sol y que no ha recibido ningún tratamiento con químicos tras su recolección. Ese es el punto clave que permite que lleguen a los hogares con su máximo sabor.
Cuestión de gusto
El clima juega un rol importante durante la temporada de recolección de esta fruta, ya que no es posible recolectar las mandarinas durante los días lluviosos. De lo contrario, el producto resultaría dañado y no se encontraría en óptimas condiciones para ser puesto a la venta. Asimismo, las condiciones climáticas pueden generar cambios en la temporada de mandarinas. Por un lado, las altas temperaturas no les permiten coger su color intenso característico, a pesar de que en su interior se encuentren maduras, y por lo tanto no pueden ser recolectadas. Por otro lado, las bajas temperaturas pueden llegar a adelantar la temporada de recolección.
Como se trata de un producto natural, la mandarina solamente puede recolectarse cuando se encuentre bien madura, pues únicamente así ofrecerá el mejor sabor y con todas sus propiedades. De este modo, cuanto mayor sea el tiempo que transcurra desde que haya sido recolectada la fruta, menores serán las propiedades que ofrecerá.
Hay consumidores que prefieren que la fruta posea cierto nivel de acidez. Quienes tengan dichas preferencias, tendrán que comprar mandarinas cuando comience la época de recolección. Existen variedades con un punto de acidez mayor. Caso contrario, si queremos que sea más dulce, tendremos que esperar por su maduración en el árbol y comprarla a mediados o finales de la temporada. En tal sentido, cuanto más tiempo transcurra la fruta en el árbol más dulce será su sabor, dado que adquirirá un mayor nivel de concentración de azucares.