¿Puede tu edificio ocasionarte una enfermedad?

Dolor de cabeza, picor de ojos y nariz, dificultad al respirar… Podríamos pensar que son síntomas de una gripe común pero, si has ido al médico y éstos persisten, puede que el problema no esté en nosotros sino en el edificio donde nos encontremos. Estamos hablando del malestar que nos provoca el síndrome del edificio enfermo (SEE).

Una dolencia de la que ya se empezó a hablar en la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la década de los 80 en Estados Unidos, cuando las infecciones respiratorias se multiplicaban entre los trabajadores de una misma oficina mientras permanecían con las ventanas cerradas en invierno.

La OMS reconoce que podemos estar hablando del síndrome del edificio enfermo cuando al menos un 20% de la plantilla presente molestias como jaquecas, alergias, mareos o irritación de ojos y piel, entre otros síntomas. Éstos pueden ser provocados por una mala ventilación, falta de control térmico, presencia de gases o partículas en suspensión.

Y es que, si las estrategias gubernamentales son fundamentales para la calidad ambiental exterior, no es menos importante el control del aire que respiramos dentro de nuestros hogares o centros de trabajo.

Cómo diagnosticar el problema

Podemos detectarlo de  varias formas: Pacientes con enfermedades ya conocidas que sufren empeoramiento al permanecer en el edificio en el cual trabajan o enfermedades específicas producidas por causas identificables presentes en el medio.

Sea cuál sea la forma, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo en España reconoce el SEE cuando más personas de lo normal manifiesten tener un malestar definido que aparece a las horas de permanecer en el interior de un edificio y disminuye o cesa al abandonarlo.

Qué lo provoca

Los causantes más habituales son los componentes orgánicos volátiles (COV) como los disolventes, compuestos de impresoras y fotocopiadoras, pinturas y barnices. También el polvo y fibras del ambiente interior, materiales de construcción del propio edificio  o bacterias, hongos, virus, ácaros, excrementos y pelos de animales.

En el caso de las industrias, los vapores de escape de vehículos y de la industria pueden ser muy perjudiciales. También los contaminantes generados por la actividad humana como puede ser el CO2, perfumes y el uso de pesticidas.

Por último, algunos estudios reconocen que factores relacionados con la organización del trabajo como el aumento del estrés; la falta de motivación y satisfacción laboral; el espacio de trabajo o el número de horas delante del ordenador, pueden provocar el aumento de los síntomas.

Cómo controlarlo

Como cualquier enfermedad, la prevención es fundamental. Una buena estrategia y la implantación de sistemas que ayuden a controlar la presencia de agentes y evitar su concentración en los ambientes interiores: bien impidiendo su entrada o eliminando los materiales contaminados.

Entre las medidas, el Ministerio de Industria aprobó el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE) que establece las exigencias, tanto de seguridad como de ahorro energético, que deben cumplir las instalaciones destinadas a lograr el bienestar e higiene de las personas (climatización, calefacción y agua).

También podemos detallar otras medidas como la medición y control de la distribución del aire exterior mediante monitores que aumenten de la ventilación cuando sea requerido; el control de la edificación en fase de construcción: protegiendo los conductos, rejillas y aparatos que ya estén instalados hasta que termine la obra; la disminución del uso de materiales que emitan compuestos, etc.

Álex Beltrán